La psicología no es cosa de locos

En esta mi primera entrada, quiero hablarles sobre el rol del psicólogo, teniendo en cuenta uno de los mitos más grandes de mi profesión: “La psicología es cosa de locos”. Es increíble cómo el tema de la psicología en ocasiones resulta tergiversado por los medios de comunicación, por el cine, la literatura e incluso, por cualquier individuo. Vivimos en una sociedad que le teme a esta práctica y a diario escuchamos comentarios como: “yo no voy al psicólogo porque yo no estoy loco”, o “yo no estoy loco, pero vengo a que me quiten esto que siento”.

En términos muy sencillos, la psicología es considerada una ciencia que estudia tanto la psiquis (mente) como la conducta humana. Los seres humanos no estamos hechos solo de carne y hueso, pues nuestra mente es la que lidera nuestro actuar. Así, en gran medida nuestras conductas dependen de nuestras emociones y nuestro cuerpo siente cuando estamos tristes, cuando experimentamos rabia, cuando estamos felices o emocionados… y no solo nuestro cuerpo, las personas que nos rodean también lo sienten y se contagian de ello, pero esto será tema para otra entrada.

El psicólogo no es entonces aquel profesional que le va a solucionar la vida ni va a borrar lo que el paciente siente. Pues algunos de los comentarios más comunes que vemos en consulta son: “vine para que me quite esto que tengo”, “para que desaparezca”, “estoy aquí para que me diga qué hacer”, “¿estoy loco?”. El psicólogo es un puente, una guía, un observador y un analítico, no es un mago. Es una persona que, junto con la colaboración de su paciente, le ayudará a encontrar las herramientas necesarias para solucionar o sobrellevar cualquier situación que este esté atravesando.

Ahora bien, no podemos olvidar lo más importante de todo esto. El psicólogo es un ser humano igual que su paciente, que también siente rabia, tristeza, llora, se equivoca y también se deprime. Lo que lo distingue del paciente, es el conocimiento de las herramientas que lo convierten en un profesional capaz de intervenir en su salud mental, lo cual no lo exime de no poder cometer errores.

Recuerdo cuando estudiaba psicología, que en mi casa no podían verme triste, o les resultaba extraño que no contara con las herramientas para solucionar algún problema, y todo, porque yo era psicóloga. Así mismo, era frecuente que muchísimas personas empezaran una conversación conmigo, afirmando: “tu que eres psicóloga, ¿qué opinas al respecto?”. Por otra parte, también recuerdo muchas películas y series desestimando la labor de un psicólogo o personas diciéndome que jamás irían donde uno porque ellos no tenían ningún problema. Es curioso como un título puede convertirnos en sabios para algunos, y en charlatanes para otros.

El rol del psicólogo y la psicología como tal, ha sido víctima de miles de críticas y de falsedades. Siempre he creído que existen muchos mitos sobre la psicología y ya es hora de ir desmintiéndolos, cosa que pretendo hacer a través de este blog.

Desde hace muchos años se ha considerado la psicología como “cosa de locos”, pues solo aquel que está loco es quien acude a terapia.  Nada más falso que esta afirmación. Todos y cada uno de los seres humanos hemos experimentado alguna situación en nuestra vida que nos ha llevado a ser quienes somos hoy en día. Nosotros no actuamos como lo hacemos ni nos equivocamos “porque sí, porque así nacimos”. Todo tiene un sentido, una explicación y cada decisión que tomamos y cada palabra que decimos, está mediada por nuestro pasado y por nuestras experiencias vividas. Lo anterior no nos hace locos, nos hace humanos.

Todos hemos pasado por algún momento difícil en la vida, ya sea una ruptura traumática, la muerte de un ser querido, una enfermedad, la pérdida de un empleo, etc. Es normal no saber, en ocasiones, cómo afrontar dichas situaciones, pues no nacemos con un manual de instrucciones sobre cómo reaccionar frente a las adversidades. Lo que sí es cierto es que todos somos capaces y tenemos las herramientas suficientes para afrontar las circunstancias que se nos presentan, porque sí, así es la vida, en ocasiones todo es felicidad y de un momento a otro, todo es amargura.

Por eso me encanta la frase de que la vida es como una montaña rusa, no hay nada más cierto en ella. El punto está en saber cómo afrontar los miedos a esa montaña rusa y en cómo detectar las emociones, en ocasiones contradictorias, que se pueden llegar a sentir en milésimas de segundos. Encontrar estas herramientas no es trabajo fácil y menos cuando la vida nos sigue sorprendiendo.

Es por esto que, si queremos mejorar nuestra forma de ser, descubriendo por qué somos como somos y por qué actuamos como lo hacemos, o si queremos enfrentar una situación crítica, debemos plantearnos la idea de acudir a una persona que aun cuando sea de carne y hueso como nosotros, se dedica y es especialista en analizar la mente humana, dejando a un lado la falacia de que buscar ayuda es para débiles o para locos. Pues no hay nada más responsable, maduro e inteligente que buscar ayuda cuando más se necesita.

Como lo dije anteriormente, los psicólogos somos guías, orientadores y analíticos y junto al paciente, podemos encontrar el fondo del problema; aceptarlo, controlarlo y vivir con ello. Porque si hay algo cierto en esta profesión y que los pacientes deben tener claro, es que su mente no se va a borrar, pues nada se olvida y todo se recuerda. Pero aprenderán algo mucho más mágico: a vivir con aquel recuerdo incomprensible o con aquel acontecimiento que los llevó a ser lo que son hoy en día, y eso, señores y señoras ¡no tiene precio!