La vida del otro

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Me encantaría que esta entrada la leyeran principalmente los adolescentes y los jóvenes, pues si bien es cierto que la tecnología de este siglo nos ha distanciado del contacto físico y ha propiciado otras cosas negativas, como todo en la vida, también existe un lado positivo. Es increíble ver como jóvenes entre los 18 y 25 años están logrando obtener fama, dinero y prestigio a tan corta edad gracias a las nuevas tecnologías. En mi caso, a mis 25 años, seguía viviendo con mis padres y aun cuando ya trabajaba y me consideraba una mujer independiente, la verdad es que estaba lejos de esa realidad.

Este siglo milenial en donde las personas muestran sus éxitos y sus vidas en las redes, puede llevar a que los seguidores desarrollen bajos niveles de autoestima y altos niveles de ansiedad y depresión. Si te identificas con esto, te hago la siguiente pregunta ¿qué estás haciendo al respecto? Pasamos horas mirando los perfiles de los demás, lamentándonos y comparando nuestra vida con la de personas que ni conocemos ni sabemos cómo son realmente.

Las redes sociales son muy poderosas, no puedo negar que las utilizo diariamente y me encantan, pero todo tiene un balance, pues es obvio que nadie va a poner un video de la discusión con su esposo o de la vivencia de un duelo. En las redes apreciamos lo bueno, lo hermoso, lo increíble de la vida, pero, al fin y al cabo, de la vida de otro.

El ser humano por naturaleza es envidioso y nunca está satisfecho con lo que tiene, pues el jardín del vecino, siempre será más verde.

El termino influencer me gusta, lo que no me convence es el impacto que está generando en los seres humanos. Influenciar positivamente a miles de personas a través de las redes sociales no es tarea fácil. Lo ideal sería ver cómo los seguidores aprenden sobre la importancia del trabajo arduo y la dedicación; ver que detrás de caras y cuerpos “perfectos”, (lo pongo entre comillas porque para mí no existe tal cosa como la perfección) hay un ser humano que sí, es privilegiado por sus atributos, pero que decidió utilizar sus herramientas y emprender.

Por el contrario, sí existen aquellas o aquellos que pretenden mostrar una vida libre de responsabilidades, que muestran ser perfectos con vidas perfectas, esposos perfectos, hijos perfectos y hasta el perro perfecto (¡respira!). Y les repito, la perfección no existe, si existiese no habría diversidad y las maravillas de la mente humana no se reflejarían en las miles de personalidades distintas que existen alrededor del mundo.

Cada ser humano tiene su propio ser, su propia personalidad, y sus gustos y ninguno es mejor que el otro, simplemente son distintos. Para algunos resulta estúpido saber todo sobre el otro, pero para otra persona, ese otro es alguien que influencia positivamente su vida y quiere encontrar en él motivación de alguna forma.

Créanme que he criticado muchísimo esta era milenial y la influencia que tienen las redes. No digo tampoco que ahora todos debemos ser blogueros de moda, ser fit o chefs, a lo que quiero llegar es que todos tenemos habilidades. Todos nacimos con un don o lo desarrollamos a lo largo de nuestra vida, y ese don no necesariamente tiene que ver con publicar fotos diarias de nuestras vidas. Ellos, los influenceres, blogueros, youtubers, lo escogieron así, ya sea por su aspecto físico, porque tienen el dinero o el talento para hacerlo, o simplemente porque les apeteció.

No todos tenemos que utilizar las redes sociales para ser exitosos en la vida. Existen miles de profesiones que han perdurado en el tiempo durante muchos años y que iniciaron primero que las redes. Así que no se dejen llevar por la creencia de que estas son la salvación para ser exitoso hoy en día.  Aun necesitamos excelentes doctores que salven las vidas de los blogueros, psicólogos que los ayuden con su salud mental, veterinarios que cuiden de sus animales, abogados que los defiendan de algún problema mediático, administradores que les manejen sus negocios, diseñadores que les creen sus perfiles, arquitectos que les construyan sus casas, y así puedo continuar por mucho tiempo (es una broma, no quiero despertar susceptibilidades, pero profesionales necesitamos en todos los ámbitos).

Dejando la broma de lado, tampoco creo que, en algunos casos, todo lo que nos proponen los llamados influencers sea una vida sana, pues me considero demasiado independiente como para que me digan qué debo comer hoy, a dónde debo viajar y qué me debo poner para vestir, pero esta es solo mi opinión, hay gente para todo en esta vida.

En todo caso, en vez de enfrascarnos en las críticas, dentro de lo posible, debemos buscar el lado positivo a las redes, pues vivimos en un mundo sumergido en ellas y no podemos cambiar la realidad. Entendiendo que, para algunos, es su fuente de trabajo y para otros como yo, una fuente más de distracción. Pues aun cuando hay personas que nacieron en cuna de oro, hay muchas otras que desde pequeños están luchando por forjarse un mejor futuro, teniendo en cuenta sus propias habilidades, sin estar mirando al de al lado.

Lo que, sí debemos evitar a toda costa, es dejarnos afectar por la supuesta vida perfecta del otro y querer obtener todo lo que el otro tiene, porque señores y señoras, nadie conoce la batalla que vive el vecino a menos que la viva junto a él. De esta forma solo terminamos desvalorando lo que tenemos, aun cuando sea maravilloso, y es aquí cuando ocurren causales de divorcio, maltrato a los hijos, baja tolerancia a la frustración y claro está, altos niveles de ansiedad y, por último, la temible depresión.

Cuando miras al de al lado no disfrutas ni valoras completamente lo que tienes de frente. Tienes la gran oportunidad de viajar, pero te frustras porque no te tomaste la foto igual que tu influencer favorita; comes increíble, pero te faltó ir al restaurante más caro que todos suben a Instagram; tienes un esposo espectacular, pero es que el de tu amiga le lleva el desayuno a la cama y le regala flores; tienes unos hijos encantadores, pero los de tu cuñada comen verduras, les va mejor en el colegio y tocan piano.

Enfocarte en lo que muestran los demás, nunca te dejará ver que tuviste la oportunidad de conocer un país increíble, de comer cosas que jamás hubieses imaginado, que tu esposo te admira sobre todas las cosas y desea compartir todos sus días a tu lado, que tus hijos están aprendiendo a ser ellos mismos con sus propias habilidades y aptitudes las cuales los llevarán muy lejos y que seguramente, son seres fascinantes.

Si quieres algo, lucha por ello, si tienes una habilidad, llévala a su máximo potencial, si algo te molesta, cámbialo, si no sabemos cómo, busca ayuda, pero siempre valora aquello que tienes enfrente. Recuerda que las comparaciones enferman y que en un abrir y cerrar de ojos, esa vida que es realmente maravillosa pero que para ti nunca logrará la perfección, se te va a escapar, y desafortunadamente te darás cuenta de que la frase cliché de que solo valoramos aquello que tenemos cuando lo perdemos, está más cerca de la realidad de lo que creías.