Más allá de la palabra duelo (segunda parte)

Como les comenté anteriormente, decidí dividir el tema del duelo en dos entradas, teniendo en cuenta la complejidad de este asunto y lo mucho que hay por decir.

En la entrada pasada les hable sobre el significado del duelo, lo que implica su proceso y elaboración, y las etapas del mismo.

En esta ocasión, quiero profundizar en los tipos que existen, así como en la importante diferenciación que debe hacerse al hablar del duelo normal y del duelo patológico.

Como su nombre lo indica, el duelo patológico se diferencia del que llaman normal, en la intensidad de los síntomas, los cuales, pasado más de un año, se siguen presentando de manera constante (durante 6 meses o más), tales como las ideas delirantes o las alucinaciones.

Los síntomas suelen ser tanto físicos como psicológicos, y se puede incluso llegar a presentar la sintomatología de la enfermedad que tenía la persona que ha muerto. Así, la persona que experimenta este tipo de duelo, puede presentar dolores musculares, dolores de cabeza, insomnio o alteraciones en el sueño, pérdida de apetito, náuseas, entre otros. A nivel psicológico, los síntomas se manifiestan en el aislamiento social, en el abuso de drogas, alcohol o psicofármacos, y en otros comportamientos no típicos de la persona, tales como rabia e irritabilidad frente a terceros o en pensamientos de auto culpa que no cesan.

La edad del fallecido, la causa y las circunstancias de la muerte, la inestabilidad emocional de quien vive el duelo, las variables psicológicas y las experiencias negativas, son algunos de los factores que dependen e influyen en el duelo de tipo patológico.

Quizás la experiencia más devastadora para una persona puede ser perder a un hijo, pues este fenómeno va en contra de la naturaleza y afecta de sobremanera a quién lo padece. Las muertes súbitas, inesperadas y trágicas, generan aún más trauma y, por consiguiente, resultarán más difíciles de asimilar.

Les había comentado que es importantísimo contar con ciertas herramientas que ayuden a sobrellevar un duelo. Si existen antecedentes de depresión, altos niveles de ansiedad, trastornos de personalidad, o si la persona ya ha sufrido varias pérdidas, existe un mayor riesgo de experimentar un duelo patológico, así como si existen problemas económicos y carencia de relaciones afectivas.

Por último, les quiero mencionar los distintos tipos de duelos que existen:

Anticipado, como su palabra lo indica, se da antes de que se presente algún suceso o la muerte de un ser querido, por ejemplo, el diagnóstico de una enfermedad terminal.

Sin resolver, luego de pasados entre 18 y 24 meses, la persona no logra superar lo sucedido y el duelo sigue presente.

Crónico, hace referencia al duelo patológico que mencioné anteriormente. La persona no logra salir adelante, no le encuentra un nuevo sentido a la vida y recuerda constantemente a la persona fallecida, generando en esta un gran sentimiento de tristeza.

Ausente, hace referencia a la etapa de negación a la que me referí en la entrada pasada. La persona no logra aceptar lo ocurrido.

Retardado, puede hacer parte del duelo ausente, pues la persona se muestra fuerte, no demuestra sus emociones, como por ejemplo aquella persona que tiene hijos y decide mostrarse fuerte ante ellos, haciéndose cargo de muchas cosas y dejando a un lado sus emociones. Sin embargo, el duelo llega en algún momento y debe resolverse para salir adelante.

Inhibido, en donde la persona inhibe y evita el dolor. Se diferencia del ausente en que no es un mecanismo de defensa, la persona simplemente posee una gran dificultad para demostrar lo que realmente siente.

Desautorizado, se da cuando el entorno no acepta que la persona siga en duelo, ya sea porque no aprobaban la relación entre ambos o porque sienten que ha pasado mucho tiempo y le reprochan a la persona que aun siga en este estado.

Distorsionado, el cual consiste en una reacción desproporcionada que tiene la persona frente a la situación. Suele pasar, por ejemplo, cuando la persona ha experimentado la muerte de su padre, y posterior a ella, muere otro familiar y el duelo se intensifica de igual forma.

Es importante que aprendan a adoptar estrategias sanas para afrontar el duelo, aceptando la realidad, compartiendo el dolor con las personas que tienen cerca, reorganizar el sistema familiar y la nueva asunción de roles para lograr establecer nuevas metas, proyectando su vida hacia el futuro sin sentimiento de culpa, entendiendo que son acontecimientos fortuitos y que, en ocasiones, poco se puede hacer para evitarlos

No dejen que nada ni nadie les impida pasar por este proceso, pues deben hacerlo para salir adelante y reorganizar su vida, dentro de los parámetros sanos, evitando así caer en un duelo patológico que puede tener consecuencias graves a nivel físico y psicológico.

Dice un proverbio sueco, que la alegría compartida es doble y la pena compartida, es media pena.