El Trastorno Bipolar, (TB), también conocido como el Trastorno Maníaco-Depresivo, es coloquialmente confundido con el trastorno límite de la personalidad o con altibajos emocionales. De hecho, todos los seres humanos experimentamos cambios de ánimo según las experiencias vividas diariamente. Hoy podemos sentir felicidad extrema gracias a un ascenso laboral, y luego experimentar rabia e intenso dolor tras llevarnos una desilusión en casa.
Tendemos a utilizar la palabra bipolar para describir los cambios repentinos, incluso cuando el clima cambia varias veces en un mismo día, lo solemos llamar bipolar. Pero lo cierto es que estamos lejos de ese concepto y que, en realidad, dicho trastorno crea un malestar psicológico representativo tanto para quien lo padece como para sus familiares.
El problema, como todo, radica cuando la periodicidad, el contexto, y las reacciones, son desproporcionadas. Es aquí cuando podemos entonces hablar de un trastorno.
Muchos se preguntarán su origen y si existe alguna forma de evitarlo. Ciertamente dicho trastorno depende tanto de los factores genéticos, como ambientales, fisiológicos y culturales. Si un miembro de la familia lo padece, hay mayor probabilidad de que otro lo sufra, sin embargo, no constituye una regla de tres. Recuerden que las experiencias vividas durante la infancia y el entorno, siempre serán trascendentales.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V) clasifica tres episodios específicos que se presentan en el TB, dependiendo del tipo:
Los episodios maníacos, los cuales se caracterizan por un estado de ánimo anormal e irritable. Durante estos, puede presentarse un aumento en la autoestima, sentimientos de grandeza, disminución de la necesidad de dormir, pensamientos veloces, verborrea excesiva, agitación psicomotora, o participación en actividades que pueden traer consecuencias dolorosas, las cuales se prolongan mínimo por una semana, casi todo el día, todos los días. Cuando se cumplen tres o más síntomas mencionados y estos provocan un deterioro social y laboral, seguido posiblemente de la hospitalización de la persona para evitar daño a sí mismo o a terceros, estamos frente a un episodio maníaco, el cual posee características psicóticas.
Es aquí cuando vemos a aquellas personas que normalmente no conocen sobre un tema, pero de repente se vuelven expertos en el mismo durante un tiempo; apuestan grandes cantidades de dinero; compran de manera compulsiva y descontrolada, y/o presentan delirios de grandiosidad, creyendo que tienen una conexión especial con un ser superior. Literalmente, se quieren comer el mundo.
Otros son los episodios hipomaníacos, los cuales no llegan a causar malestar clínicamente significativo ni deterioro social ni laboral y se presentan durante cuatro días, casi todo el día, todos los días y no poseen características psicóticas.
Y por último está el episodio de depresión mayor, el cual se caracteriza por un estado depresivo la mayor parte del día, todos los días durante al menos dos semanas. Aquí, la persona experimenta disminución del interés en actividades que anteriormente disfrutaba, insomnio, retraso psicomotor, disminución en la capacidad para concentrarse, pensamientos suicidas, y/o sentimientos de culpabilidad e inutilidad excesivos. Se deben cumplir cinco o más de estos síntomas para considerarse un episodio de depresión mayor, causando así un malestar clínicamente significativo y un deterioro social, laboral o de otras áreas (se debe diferenciar de la depresión por muerte de un ser querido u otro tipo, ya que puede estar mal diagnosticado).
Ahora bien, los tipos de Trastorno Bipolar son:
- Trastorno Bipolar I: en donde se presentan episodios de manía y en ocasiones de depresión mayor, o mixtos.
- Trastorno Bipolar II: en donde se presentan principalmente episodios de depresión mayor y en ocasiones, hipomanía.
- Ciclotimia: en donde durante dos años se han presentado síntomas de episodio hipomaníaco y depresivos, pero no duran más de dos meses seguidos y no constituye el episodio como tal.
- Trastorno Bipolar inducido por sustancias o medicamentos: en donde los síntomas se presentan durante o después del abuso de la sustancia.
Con seguridad, al leer lo anterior, muchos pueden sentir que han experimentado alguno de estos síntomas. Cuando estudiaba la carrera, recuerdo a varios de mis compañeros haciendo diagnósticos falsos sobre sí mismos ya que es completamente común sentirse de esta manera en algún momento de nuestras vidas. Lo importante es detectar la cantidad de síntomas y la duración de los mismos para poder saber si se está o no frente a un trastorno bipolar.
Como psicóloga no me gusta adelantarme a diagnosticar este tipo de trastorno a corta edad, pues los niños presentan constantes cambios anímicos según la etapa de desarrollo en la cual se encuentren. Sin embargo, tanto los niños como los adultos mayores pueden llegar a experimentar episodios maníacos.
El trastorno bipolar es comúnmente diagnosticado entre los 18 y 20 años. Sin embargo, hay que tener muy presente que dichos síntomas pueden llegar a aparecer debido al consumo de alcohol y drogas o como reacción a algún medicamento, motivo por el cual es menester tenerlo en cuenta y no caer en falsos positivos.
Esta patología debe ser tratada con medicamentos y con terapia, teniendo en cuenta que no existe una cura. Como les he comentado en otras ocasiones, la clave está en aceptar la realidad, aprender a vivir con ella y manejarla, siempre con el apoyo de sus familiares, amigos y de un profesional.
Quienes padecen dicha patología pueden llevar una vida tranquila y feliz por medio del control de su estilo de vida y de estabilizadores del humor, teniendo en cuenta que existen desequilibrios químicos en ciertas áreas cerebrales.
Recuerden que muchas veces el diagnóstico solo estigmatiza; que estas personas sufren incansablemente; que son personas capaces de amar y de ser amadas; que el poder de nuestra mente va más allá del deber ser y que deben aprender a aceptarse con todo y su locura, logrando así conseguir un equilibrio en sus vidas y en las de sus familiares.
Muy bueno . Detectar estos trastornos a tiempo pueden salvar una vida
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