2020: vida y muerte

El 2020 me sacudió. Me llenó de incertidumbre; afianzó mis miedos; me mostró más que nunca que la vida está llena de pérdidas; me privó de mi libertad; me puso en pausa; me invadió de rabia. Y, como si fuera poco, me quitó a una de las personas más importantes de mi vida.

Pero lo paradójico es que también me regaló vida. Lo cierto es que me enseñó a ser y no a parecer; me ayudó a afianzar el vínculo con mi familia desde otra perspectiva; me alejó de las personas que no me convenían; me obligó a crecer. Este año sin duda alguna me sacudió, pero no puedo negar que me enseñó, pues del dolor se aprende y se aprende bastante.

Por eso he decidido que para este año que viene no quiero hacer una lista de resoluciones; no quiero cambiar o mejorar porque es lo que “toca” cuando llega un nuevo año; no quiero seguir prometiendo cosas que nunca voy a cumplir y que solo me generan frustración; no quiero planear mis próximos 10 años (pues ni siquiera sé si los alcanzaré a vivir); no quiero pretender vivir en una utopía; no quiero actuar según el deber ser, ese que solo engaña, llena de angustia y crea un vacío. 

Este año me quiero dedicar a seguir en conexión con mi verdadera esencia; quiero seguir perdiéndome y encontrándome; quiero alejar ese imaginario o esa fantasía dañina y centrarme en lo real, en lo que tengo y en lo que quiero conseguir; quiero seguir aprendiendo a poner mis límites y a consolidar las relaciones que me suman y que me generan bienestar; quiero seguir aprendiendo a valorar el presente y a atesorar los recuerdos.

No quiero una felicidad falsa de esas que solo vemos en redes, quiero es tranquilidad. Quiero estar en paz; una paz verdadera que viene directo del amor de un corazón que se ha roto pero que poco a poco va armando sus piezas y va soltando su narcisismo para seguir amando y para proteger a la vida que comenzó a crearse hace 5 meses dentro de mi.

Este año me enseñó a valorar la vida y a conocer y entender un poco más la muerte. De este año aprendí que el amor lo es todo. El amor salva, el amor libera. Aprendí que es cierto que nadie puede, y nadie debe, vivir sin amor. Que no hay nada como amar y ser amado. Que al amar se sufre pero que, como dijo Freud, sino se ama, se enferma.  

Y tu, ¿qué tienes para decir sobre este año?