TICS: a un click de una adicción

Las nuevas tecnologías o las TICS, están presentes hoy en absolutamente todas las áreas de nuestras vidas. Es un fenómeno que no podemos detener, pues está en constante auge y crecimiento y tampoco podemos negar sus beneficios, pero debemos tener en cuenta sus perjuicios.

Generalmente cuando escuchamos la palabra adicción, lo primero que se nos viene a la mente es el alcohol, las drogas y el juego ya que tienden a ser las más comunes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la adicción como una enfermedad física y psicoemocional que genera una dependencia o una necesidad hacia una sustancia, actividad o relación.

La persona adicta, tiene una conducta compulsiva, prolongada y repetitiva, siendo incapaz de controlarla y mucho menos, de interrumpir su consumo. Lo anterior trae consecuencias negativas tanto en su salud como en las relaciones interpersonales, generando así un malestar clínicamente significativo para quien la padece.

Dicho esto, podemos decir entonces que sí existe una adicción a las nuevas tecnologías, teniendo en cuenta que hay una actividad de por medio y me atrevería a decir, una relación, pues hay personas que llegan a entablar un vínculo personal con sus dispositivos, ya sean teléfonos móviles, computadores portátiles, tabletas, etc. e incluso los llaman por nombres propios.

China, Corea del Sur y Taiwán ya tienen centros especializados para tratar dicha adicción, aun no reconocida por la Asociación de Psiquiatría, pero sí debatida por miles de psicólogos y psiquiatras en el mundo. Estados Unidos, por su parte, acaba de abrir su primer centro llamado ReSTART (para ampliar la información les recomiendo el documental de Netflix llamado “Follow This”, primer capítulo de la segunda parte).

Muchos les atribuyen dicha adicción a los adolescentes, y si bien es cierto son niños que nacieron con dichas tecnologías y bebés que aprendieron a deslizar el botón del teléfono para desbloquearlo, antes de aprender a gatear. Los mayores no estamos exentos de padecerla, pues dos tercios de la población adulta mundial tiene un Smartphone.

No podemos negar los beneficios y las oportunidades que nos brindan las nuevas tecnologías. Los chats son hoy una herramienta bastante útil a la hora de proporcionar una comunicación rápida y eficaz. Ejemplos de ello son la posibilidad de comunicación constante entre familiares, los problemas laborales que se pueden solucionar con un simple mensaje y negocios que se pueden crear, dejando más que claro que son una excelente herramienta laboral y de comunicación.

Por su parte, los videojuegos además de ser una fuente de diversión, promueven el aprendizaje, la atención sostenida, la creatividad, el incremento de los reflejos, entre otros beneficios.

Lo anterior, sin duda, apetece, llama la atención y consume, ya que la satisfacción es casi inmediata. Mediante las TICS, se obtienen recompensas y respuestas rápidas, y a su vez, muy importante sobre todo para los adolescentes, logran conectarse con múltiples personas.

La clave está entonces en no confundir el uso irresponsable de las tecnologías con la adicción, pues no todo el que lo utilice automáticamente se convierte en un adicto (de lo contrario, todos lo seríamos).

El problema radica cuando la ansiedad, ante no tener el teléfono cerca, o algún dispositivo, comienza a aparecer cada vez con mayor fuerza, causando malestar, agresividad, aislamiento, alteración del sueño y de la alimentación y claro está, la alta necesidad del consumo, para conseguir satisfacción. Así, resulta tan necesario, que once jóvenes mueren diariamente alrededor del mundo por enviar mensajes de texto al conducir.

Las aplicaciones utilizan los puntos rojos en señal de notificación y de recompensa para el usuario, lo cual hace que el cerebro libere dopamina, que se encarga de enviar señales de satisfacción a todo el cuerpo. Cuando este mismo usuario se encuentra lejos del dispositivo, dicha notificación hará que se libere cortisol y adrenalina, lo cual genera el efecto contrario, estrés.

Por otra parte, vemos a padres y madres entregándole el dispositivo tecnológico de su preferencia a su bebé, para que este no llore o se entretenga, pues hoy en día esta práctica es socialmente aceptada. Y no estoy diciendo que jamás se le debe dar, sin embargo, se debe encontrar un balance, pues no queremos niños que crezcan aislados con personalidades esquizoides, entre otras, debido al mal uso, o más bien, al abuso de dichos dispositivos.

De esta manera, aparecen las consecuencias negativas como la disminución del rendimiento académico y laboral, y, el deterioro de las relaciones sociales, familiares y de pareja comienza a surgir debido al aislamiento el cual puede generar una temible depresión. La ansiedad se comienza a desbordar, existe una alteración emocional y los pensamientos comienzan a volverse irracionales, ¿pues qué será de la vida sin el teléfono o sin las redes sociales?

En este momento me gustaría que se hicieran las siguientes preguntas y reflexionaran sobre ello, no para que suspendan definitivamente el uso de las tecnologías, pues es algo imposible dentro de nuestro mundo globalizado, sino para que piensen detenidamente y las aprovechen al máximo, mediante el buen uso de estas:

¿Cuántas veces deslizan verticalmente su Smartphone en alguna red, esperando algo nuevo? ¿Lo primero que hacen al abrir los ojos por las mañanas es revisar su Smartphone? ¿Les pasa lo mismo justo antes de acostarse? ¿Cuántas horas al día, dejando a un lado mensajes, llamadas y navegación por motivos laborales o personales de suma importancia, se la pasan mirando las redes sociales? ¿Cuántas de ellas comparándose con los demás y lamentándose por no ser como ellos? ¿Cuántas veces han ignorado una conversación importante o desaprovechado un momento especial por estar mirando el celular?

Recuerden que absolutamente todo en la vida requiere de un balance, la clave está en encontrarlo antes de que las tecnologías nos dominen por completo y olvidemos lo mágico que es el mundo en sí mismo y lo increíble que es el contacto físico.